Aleida Alarcón

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Otro año más de conmemorar el 8M que resalta la voz de cada mujer que ha sido víctima de cualquier tipo de violencia, desde esos micro machismos que jóvenes y mujeres adultas sufren en las calles, en sus trabajos, en sus grupos sociales; hasta el arrebatar la propia vida de una fémina que tiene el derecho natural de existir, bajo sus creencias y libertades que la propia constitución le marca.

Los avances siguen dándose y las brechas de igualdad están disminuyéndose, pero no así en el sistema político, ya que mujeres son rehenes de los hombres al ocupar puestos de toma de decisiones sin esa libertad, tomar decisiones, de acuerdo a la agenda que hemos establecido cada una de las mujeres desde los espacios propios y de manera colectiva.

En el ámbito social, la narrativa de la sororidad sigue en pie, pero continúan los vacíos de la práctica sustantiva del constructo social. ¡Todas somos una y una somos todas!.

La seguridad vista desde la mirada de una mujer va concibiéndose de la propia naturaleza de su desarrollo, desde que se es niña al necesitar la protección y cuidado de sus tutores, así como la sensación del nulo miedo de crecer y desarrollarse en su mundo, erradicar los usos y costumbres, que victimizan a las mujeres por considerarlas inferiores en la jerarquía social se basa también en la educación que la sociedad y el sistema de gobierno debe presentar a cada niña y joven en este país, porque, ¿Qué es de una niña que no tiene seguridad en su desarrollo humano?, ¿Cómo establecer correctamente la convivencia basada en el respeto de su propia individualidad? La cultura social hace menoscabo en los comportamientos de los adultos, en el de los hombres y las propias mujeres que resisten el proceso de la construcción de unirse a este constructo.

Atinadamente el gobierno federal ha creado la Secretaría de la Mujer, para que esta institución vele por la garantía de los derechos de nosotras, las mujeres, siendo el parte aguas del establecimiento de la política publica y que la Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia en contra de las Mujeres tenga un eficiente funcionamiento.

El estado de Guerrero avanza, pero no así en los marcos jurídicos, cuando se requiere protección a las víctimas y que el proceso sea en prioridad a cada mujer que se presenta a las instancias para ser protegida, asesorada y acompañada, necesitamos reformar la constitución y que los delitos efectuados en contra de las mujeres sean atendidos de acuerdo a los protocolos.

Acapulco cuenta con una policía de atención a la violencia de género, como la policía estatal; pero falta nutrir la capacitación a toda la orgánica, es de vital importancia que también los mandos medios y altos de esas corporaciones cuenten con capacitación de perspectiva de género, y un botón basta para mostrar que algunas personas que fungen puestos en estas instituciones ni siquiera cuentan con la noción de lo que significa la violencia de género.

Seguir con la profesionalización de este tema, es avanzar en los resultados para mitigar la victimización y re-victimización, el sistema puede tener deficiencias, pero es debido a la débil capacidad del enfoque de perspectiva de género en cada funcionaria y funcionario del sistema de seguridad.

La víctima pide ayuda, no se le escucha, no se le atiende y no percibe una atención por parte del sistema de gobierno, en esa frustración, los colectivos de feministas hacen lo propio para que los gobiernos escuchen y ya no sigan quitándose 11 vidas de mujeres diario en México.

Atender las causas, es parte del gobierno y también así de la sociedad. ¿Cómo estamos educando a nuestros hijos? ¿Qué educación de autocuidado tenemos que dar a nuestras niñas y jóvenes para evitar que sean víctimas?, es doloroso hacerse estas preguntas, porque todos tenemos que poner manos a la obra y el Gobierno es el principal actor para restablecer la sensación de seguridad en cada espacio publico para no generar víctimas de violencia en razón de género.