ALEIDA ALARCÓN
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La ciudadanía nuevamente rehén de la violencia que se vive en todo el país y en cada punto del estado de Guerrero que nos muestra la presencia de la criminalidad que se vive en este presente, hablar de la narco violencia es ponerse en riesgo, al señalar actores o personajes que la prensa difunde para saber los niveles de operaciones de las instituciones tienen en el territorio nacional para mitigar estos eventos, que mantienen en la ciudadanía una psicosis de terror y de lo que llamo agudo problema de la naturalización de la violencia misma, en todas sus dimensiones.
En este sentido sobre la naturalización de la violencia, la que está presentándose en contra de las mujeres sigue escalando a dimensiones impensables de la conducta de los varones, casos que en esta semana nos mantienen la atención en detenernos a pensar, ¿qué sucede en esos jóvenes y hombres para descargar esa ira en contra de su pareja?
En los perfiles psicológicos se pueden identificar que esos victimarios traen una historia de vida, pero la tenemos todos, y todos los adultos somos responsables de atender esas partes que aún no están siendo sanadas desde la salud mental; porque todo evento de violencia vivido va germinando un sentimiento y cuando este no se sana y se reciben otros más consume la percepción de la vida que se esta desarrollando, como infante, como adolescente, como mujer, como hombre, como adulto…
El sistema de gobierno también genera violencia en estos actos violentos en contra de las mujeres, porque no se cumplen las condenas o las investigaciones sobre feminicidios donde la gran mayoría no concluye, esto, es una respuesta a incitar, porque la impunidad reina en la agenda de delitos cometido hacia las mujeres y nos coloca en todos los sentidos en vulnerabilidad; las instituciones deben dejar el resultado de penas y sanciones que den lectura a los hombres que habrá consecuencias y que no saldrán impunes o absueltos en cada delito que se comente con cada mujer que se vuelve víctima de todas las violencias.
Lo vemos en la educación con los hijos, cuando mostramos límites y consecuencias a las acciones, convertidos seres de responsabilidad y raciocinio; hoy nuestros jóvenes son más propensos a la imitación por la gama de opciones y propuestas que observan en la vida virtual en la que están sumergidos, donde no hay restricciones, pero que cuando se sufre una consecuencia, esta misma se radicaliza sin tener reparación de daño por parte de los generadores de esos cambios que sufren las personas que se convierten en víctimas, la conducta colectiva denominada #Hate y desorienta a los menos preparados psicológicamente, ocasionando hasta el suicidio y que muchas jóvenes son parte de esta estadística.
Los varones adolescentes están expuestos a narrativas a través de la música, de deportes, de esta nueva cultura que ofertan el cómo tratar a las mujeres y que tiene un valor momentáneo y/o desechable, maximizando su sentido de pertenencia sobre la relación histórica que existe entre el hombre y la mujer. Donde se coloca a las femeninas como objetos sexuados, de accesorio social o de requisito de ser hombre.
Deformando la relación interpersonal que ellos hacen con ellas, que también las propias mujeres jóvenes están siendo víctimas de este sistema de consumismo rápido, centrado en las redes sociales y la popularidad efímera para tener valor.
Debemos parar esta dinámica, para crear conciencia, el uso de ella, conciencia, pensadores de su existencia y que quieren de ella, es cierto que la violencia criminal está mermando cada espacio, pero al interior de esa célula social, la familia, hagamos el trabajo, tener a seres de razón y jóvenes que estén constantemente pensando en su conducir de su vida propia, con la escala de saber sus límites y consecuencias.
La violencia entre las parejas de jóvenes debe ser tema de todos, el resultado de la comunicación entre familia y de presentar el interés por ellos es tener información que los adultos filtramos para saber: ¿Qué está sucediendo con mi hija o hijo?
Retomemos los tiempos de calidad en este presente que nos empuja cada vez más en la prisa de la vida virtual, entre la familia, y que nuestros hijos salgan seguros de ser personas de bien, con la antelación de saber que si toman decisiones serán con respuestas lógicas generadas por sus propias acciones.
Nosotros, los adultos, cuidemos el ejemplo que vamos dando; porque es el ejemplo mismo, el que arrastra en el aprendizaje.