Jorge Laurel González
Sin renunciar a nuestros sentimientos nacionales, los latinoamericanos nos sentimos concernidos en una especie de nacionalismo continental. Personalmente he llegado a un punto en que siendo colombiano y sin renunciar a serlo, me daría lo mismo ser de cualquier país siempre que fuera latinoamericano. Es que, si nos pusiéramos a hablar de las diferencias entre nuestros países, nos tocaría ponernos a cortar más delgado y hablar entonces de las diferencias entre una región y otra. Somos y nos sentimos cada vez más latinoamericanos.
Gabriel García Márquez. Escritor Colombiano – Latinoamericano (1927-2014).
La situación geopolítica de México, es francamente envidiable, no solamente es el país bisagra entre el norte y el sur del continente, también tiene costas en el pacífico y eso lo une con el continente asiático, podríamos ser también una vía de paso de productos, conectando el Atlántico con el Pacífico, en el Istmo de Tehuantepec, y entonces, el cuerno de la abundancia (la forma del territorio del país) dejaría de ser solamente un mapa, para convertirse en una realidad tangible.
La humanidad se encamina hacia la integración en unidades cada vez más amplias: de las familias y clanes surgieron las tribus; de éstas nacieron las ciudades, luego los territorios feudales; más tarde emergen los estados modernos, las federaciones y, finalmente, se están integrando las regiones.
El orden político internacional surgido de la Segunda Guerra Mundial sustentado en la posición hegemónica de dos potencias: Los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, vive un proceso de transición del bipolarismo hacia la multipolaridad y la globalización. La guerra fría cedió el paso ante la guerra económica. Las naciones vencidas durante la segunda guerra aprovecharon la prohibición de armarse para invertir en infraestructura, desarrollo tecnológico y apostar por el potencial humano.
En el pasado reciente las potencias dominantes presidían un conjunto de instituciones políticas, económicas y militares, a través de las cuales ejercieron su preponderancia. Hoy, tales organismos están en crisis o se han desintegrado estrepitosamente. El mundo busca un nuevo ordenamiento internacional que se ajuste a la realidad y corresponda a las actuales tendencias.
Los hombres de buena voluntad desean y luchan porque el nuevo sistema internacional descanse en la justicia, la democracia, la prosperidad, el reconocimiento irrestricto de la dignidad humana y el respeto al medio ambiente; en suma, el Bien Común Universal. Sin embargo, hay fuerzas e intereses que actúan para lograr un nuevo orden mundial de carácter economicista, donde prevalezcan los intereses comerciales de los más poderosos y desarrollados.
Fuera del ámbito continental, Argentina, Brasil y México son los únicos países de la región que forman parte del G20 (Grupo de los Veinte).
De ahí que debemos pensar en la creación de la Unión Latinoamericana, (para empezar), este es un concepto que alude a una posible unificación de todos los países de Latinoamérica bajo un gobierno común o una organización supranacional, similar a la Unión Europea.
La integración de los países americanos, más que una idea, es una necesidad histórica. Actualmente América Latina está sumida en un estado de subdesarrollo y dependencia económica a las grandes potencias, esto se debe a que es una región que al estar relacionada tan profundamente en lo territorial, cultural y social, y que por consiguiente debería estar también relacionada política y económicamente, está dividida en más de una veintena de repúblicas que durante más de 200 años han entablado más relaciones con los países europeos y Estados Unidos, que con sus propios vecinos, es por esto que si se quiere fijar un nuevo rumbo para América del Sur, Central y del Caribe la integración de sus países es necesaria.
Esto traería beneficios enormes para la región ya que, al unirse políticamente, también lo haría económicamente, lo que podría llevar a la consolidación de una sola moneda que permitiría que la economía latinoamericana pudiera superar su atraso e incluso llegara a competir con el dólar estadounidense o el euro.
La situación social sería mucho más fácil de mejorar ya que en la posible federación de países, una ayuda mutua y cooperación contribuiría a superar muchos de los problemas políticos y sociales que existen en la actualidad como el desempleo, la pobreza, la delincuencia, el narcotráfico, entre otros. En su libro “La Historia de la Nación Latinoamericana” don José Abelardo Ramos, lo ejemplifica muy claramente, lo citamos textualmente:
América Latina se encuentra dividida no porque sea subdesarrollada, sino que es subdesarrollada porque está dividida.
Es claro, que no podemos pensar en una América, sin nuestros poderosos vecinos del norte, así que debemos pensar en integrarlos también. El poderío económico, estratégico e incluso militar de una América unificada, tendría una fortaleza arrolladora. ¿Será posible que esto se logre? ¡Ojalá! Obviamente sería lo mejor. Aquí queda como anillo al dedo, la frase con la que siempre concluyo mis artículos.
Recordemos: Solamente Juntos, Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.
JLG