Por Patricia Segovia
Una tarde de 1980, estaba aburrida. Era muy “vieja” para jugar con mis hermanos y muy joven para salir, además, no había a donde. Vivía con mi familia en lo que pudiera considerarse “un pueblo”, con todas las limitaciones, costumbres y carencias que ello significaba, pero bueno, eso es material para otro escrito. Tampoco me dejaban andar de “jacalera”, pero siempre hay algo positivo, la única “tele” de la casa, era toda para mí por algunas horas.
No había servicio de cable. Con suerte nos llegaba la señal de 5 canales, según recuerdo. En uno de ellos, había algo que le decían “Playoffs” de “Beisbol”, me quedé viendo el partido porque parecía lo menos peor para entretenerme. Los equipos eran los “Phillies” de Philadelphia contra los “Astros” de Houston.
En ese juego y los siguientes, ya que quedé atrapada viendo ese deporte, aprendí lo que era una “bola”, un “strike”, un “foul”, un “wild pitch”, un “fly” de sacrificio” un “toque de pelota” un “error”, un “buc” un” hit” un “doble” un “triple” un “home run” una “base por bolas” una “casa llena” un “out” una “entrada” un “pitcher” un “ponche”, un “relevista” como es “un turno al bat” el “bulpem” el “umpire” primera, segunda, tercera base, los jardines y el home.
En especial, quedé fascinada con la forma de jugar de “Pete Rose” y “Tug Mcgrow”. Los “Phillies” ganaron su división con 4 victorias en 6 partidos, llegando a la serie mundial contra los “Reales” de Kansas, quienes habían derrotado a los famosísimos “Yankies” de Nueva York. Me tocó ver como “Tug Mcgrow” relevó de manera brillante y trabajó como no recuerdo a nadie. “Pete Rose” era el alma del equipo, con entusiasmo, fuerza , entrega, que eran su sello.
A la siguiente temporada, ya estaba lista para ver todos los partidos que pudiera. En esos días, comenzó a destacar un jovencito nacido en Etchohuaquila, Sonora, un pitcher del equipo de los “Dodgers” de Los Ángeles, de nombre Fernando Valenzuela.
En el juego inaugural de la temporada de 1981, el pitcher abridor por los Dodgers, Jerry Reuss se lastimó la rodilla solo un día antes, por lo que el “manager”, Tom Lasorda, echó mano de un novato quien ganó el juego 2 a 0. De ese resultado se ganó la titularidad y los primero ocho juegos en que “lanzó”, fueron victorias. A partir de ahí, surgió la “Fernandomania”
En por lo menos dos juegos, que recuerdo, bateó un “home run” en cada uno, decisivos para ganar. Era un excelente pitcher-bateador y logró lo que nadie más ha hecho, ganar el titulo de “Novato del año” y el “Cy Young, máxima presea otorgada a un pitcher. Fernando los obtuvo en la misma temporada, y mucho gracias a su lanzamiento “Screwboll” (tirabuzón”) una forma de mandar la bola que es como si la bola fuera moviéndose, digamos como un sacacorchos, lo que hacía que los bateadores fueran ”ponchados”, a veces, uno tras otro. Actualmente esa forma de pitcheo, está casi prohibida por el grave daño que se manifiesta en el brazo. Era conocido que después de cada juego, Valenzuela metía el brazo en una tina con hielo.
Fernando Valenzuela era un joven tímido. No recuerdo un escándalo, o mala actitud de su parte.
Gracias a Valenzuela nombres como Lasorda, Sax, Garvey, Guerrero, Baker, Cey, Yeager, Sciosia, Monday, Russel, Mota, Mitchel, se hicieron muy famosos. Fue el gran equipo en el “beisbol”, tanto como, creo yo, lo fueron los “Acereros de Piitsburg” en los 70´s, la grandiosa “cortina de acero” en el futbol americano.
Todo esto viene a mi mente porque; estamos en el “Clasico de otoño” la ”Serie mundial” de “Beisbol”, me acabo de enterar que el gran Fernando Valenzuela, está muy delicado de salud y el grandioso Pete Rose, acaba de morir el 30 de septiembre pasado, sin haber podido limpiar su nombre después de haber estado involucrado en un asunto de apuestas, lo cual era totalmente ilegal, perdiendo todo su prestigio y su maestría como jugador, así como su talento inigualable. Aquí es donde me pierdo y no sé si un comportamiento, deba derrumbar un trabajo tan espectacular en la actividad a la cual se le dedica la vida.
Espero que estas líneas, hagan recordar la “fernandomanía” a quienes la vivieron y todo su entorno y a los jóvenes los inspire a seguir el ejemplo de “Valenzuela” quien escribió su nombre en la historia del “Rey de los deportes” y para mí, ¡Vaya que lo es!
Esto había escrito para publicarse en “Presencia” cuando supe que estaba muy enfermo. Anoche, todavía 22 de octubre, murió Fernando Valenzuela. Platicando con mi amigo Rodrigo, comentó que tal vez nunca esté en el “Salón de la Fama” del beisbol, pero su número 34, en el equipo de “Los Ángeles”, nadie tendrá el honor de portarlo y su grandeza como jugador, tiene un lugar en mi mente y corazón, así como en miles de aficionados en todo el mundo. Muchas gracias, Fernando, por tantas emociones. Si existe un cielo, ese al que miraba en cada “pitcheada”, seguro está ahí. Se lo ganó, sin hit, ni carrera.