A últimas fechas se ha visto que las autoridades en sus diferentes niveles le han perdido miedo o respeto a lo que tanto grupos organizados y ciudadanía en particular pudieran pensar. Y esta reflexión va encaminada a que mientras haya regresado la votación masiva corporativa o no, pero identificada con una persona, no hay porqué preocuparse.
Este tipo de votaciones no es nueva, se tuvo durante muchos años con el PRI, y en el sur del país con el PRD, donde podrían poner al candidato o candidata que quisieran, y no les preocupaba perder, porque sabían de antemano que tendrían un sufragio masivo asegurado.
La diferencia, es que en el caso del PRI, de ser partido único fue cediendo a la creación de organismos autónomos, ciudadanos, ahora tan criticados. El PRD también influyó de manera decisiva para que se abrieran los espacios de representación popular en Congresos locales y el federal. Eso ayudó a ir construyendo ciudadanía y contrapesos que frenaran cualquier autoritarismo.
Y lo más importante, ninguno regresó al sistema electoral concentrado en el gobierno, por el contrario eso fue clave para que en el 2000 con Vicente Fox se diera la primer alternancia en el país en más de 70 años, y en el 20018 la segunda alternancia con Andrés Manuel López Obrador.
Después de las elecciones de junio de este año el país cambió, se le dio un cheque en blanco al gobierno de tal forma que podrá hacer y deshacer a nombre del pueblo, lo que quiera. Tenemos esperanza de que la cordura en la nueva administración sea la que prevalezca.
El detalle es que si se integra un Congreso de la Unión con sobrerrepresentación del partido ganador, pues este país ya es otro.
Ahora bien, vemos a autoridades que no tienen mayor compromiso que con los grupos o personaje que le permitió llegar al poder. Ninguno de los que ganaron en el proceso electoral pasado que haya ganado lo habría podido hacer sin la marca del partido en el poder, de ahí que se han vuelto indiferentes a las criticas ciudadanas.
Ya le perdieron el miedo a las votaciones, saben que el gran elector está en el partido por el que llegaron, lo demás es llevársela tranquila.