A partir de OTIS la temporada de lluvias la debemos de tratar con especial cuidado, así como cambiar la mentalidad tradicional sobre los fenómenos naturales que estarán llegando a Acapulco.
Lo que OTIS hizo al puerto es algo de lo que tardaremos mucho en salir, más que nada porque hay afectaciones internas que no se han exteriorizado por la falta de un seguimiento ante un hecho de esa naturaleza. El nivel de corrientes de aire que azotó por dos horas a todo el puerto dejó lastimadas construcciones, cerros, corrientes de agua, que afloran o se afectan más con lluvias torrenciales como a la que estuvo expuesta la ciudad por casi cinco días con el huracán John, quien a su vez generó más daño que aún no es perceptible, y eso que provocó inundaciones de las cuales aún no se termina de reparar.
Poniéndolo en lenguaje coloquial, nos estarán brotando “golpes ocultos” durante buen tiempo, a la vez de que pueden agravarse con la serie de temporal que nos está llegando.
Y no se trata de ser alarmista, sino ir previendo que no ocurran más accidentes y derrumbes como el de la Escénica o el muro en el Infonavit Alta Progreso, por eso, la recomendación es que ante la falta de una aplicación por parte de las autoridades, cada habitante de Acapulco revise el estado en que se encuentra su vivienda, sus calles, accesos, muros y los sitios que esté al pendiente de la zona por donde se mueve, para que si detecta alguna irregularidad la pueda reportar a las autoridades correspondientes, esa tarea ciudadana sí es posible.
Hagamos entre todos que Acapulco pueda ser un mejor lugar para vivir.